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lunes, 25 de enero de 2010

Masoneria (algo de historia)







Al tratar sobre la historia de la masonería nos encontramos con una gran cantidad de posibles orígenes. Al considerar uno por uno de las que están a nuestro alcance nos topamos con la franca realidad de que no todos coinciden ni podemos considerar un inicio como verdadero u oficial. Es verdad que podemos ver hacer notar algunas causas que originaron su aparición:

Antropocentrismo. La realidad existente, que fue plasmada por San Agustín en su obra “La ciudad de Dios” del bien y del mal que se encarnan en sociedades contrapuestas: La Iglesia y los hijos de las tinieblas. Siempre han existido grupos con orientaciones contrarias a la doctrina católica. Escisiones incluso dentro de la Iglesia lo atestiguan. Todas las épocas lo confirman. Se alza sobremanera la modernidad, considerada como antítesis de la cultura cristiano-medieval imperante. Si no fue reacción en su totalidad contra la Iglesia, si lo fue contra la naturaleza creyente del ser humano, contra la concepción innata de un ser supremo a quien debe sumisión y entrega libre y consciente. Ese revelarse a reconocer a un ser infinitamente superior al hombre lo hace a costa de divinizar al hombre, esto es, caer en un antropocentrismo.

Reforma luterana. En el plano religioso y teológico, nos encontramos con el monopolio del individualismo frente al orden jerárquico dominante. Tenemos el ofrecimiento para que se acepte la primacía de la interpretación del libre examen de las Sagradas Escrituras y la preferencia del “Dios-para-mí”. Con esto eliminamos la necesidad de mediadores entre Dios y la naturaleza humana. Eliminamos la función intercesora de la Iglesia y de su constitución íntima como custodia de la “Regla de la fe”. Cada uno es capaz de llegar a la divinidad por sí mismo, cada hombre es capaz de recibir la respuesta de Dios de manera personal.

La anterior concepción tardó muy poco tiempo en pasar al campo filosófico, siendo obra de René Descartes. Para él, el criterio de verdad y del conocimiento no se encuentra en la realidad en sí, sino en la conciencia individual. Inicia el movimiento dualista, el cual no niega las realidades que no sean abarcables a la razón humana, pero las deja carecen de objetividad, pues sólo lo que mi razón individual es capaz de analizar y objetivar es lo que tiene consistencia indubitabilidad y certeza.

Renacimiento. La tendencia a secularizar la sociedad religiosa. Al regresar sobre a la visión clasicista y al esforzarse por rescatar parte del tesoro literario, artístico y cultural de las antiguas fuentes romana y griega, el Renacimiento humaniza a las personas divina. Está latente su ontologicidad divina, pero se centra sólo en las notas humanas de Dios. El Logos Omnipotente e Impasible se tiende a plasmar sólo como el crucificado doliente. La Virgen María no es ya el prototipo de creyente, la más perfecta criatura de Dios, sino una muchacha que se le representa como encarnación del ideal de belleza femenina. La Iglesia, Cuerpo Místico de Dios, no es ya el sacramento de salvación ni la Madre Intercesora, la guía segura para la salvación, sino que pasa a ser sólo una sociedad más, en la cual unos hombres con creencias comunes se reúnen para platicar acerca de sus opiniones y celebrar ritos muy particulares.

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo y dónde se inició la masonería. Sin embargo, considerando estos antecedentes la mayoría de los historiadores citan los comienzos de la Masonería en Inglaterra el 24 de junio de 1717, cuando cuatro tabernas londinenses que llevaban el nombre en que realizaban sus encuentros de carácter privado (La Corona, El Ganso y la Parrilla, El Manzano, y El Racimo y la Jarra), se reunieron para formar una agrupación común y fusionarse con el grupo esotérico denominado “Sociedad de Alquimistas Rosacrucianos.” Denominaron a la nueva organización Gran Logia de Londres y de Westminster y su primer Gran Maestro fue Anthony Sayer. La creación de esta nueva institución supuso un salto significativo en la organización de la Masonería, que trascendió así del ámbito logial. A partir de ese momento las logias masónicas de propagaron rápidamente, pues su método social era sumamente práctico. En 1721 se constituyó la primera logia en Francia; en 1717 en Rusia, establecida por Pedro I; en 1723 en España; en 1734 en La Haya; en 1738 en Boston.

Sin embargo, la Gran Logia de Londres no tenía la dimensión masónica actual. Simplemente eran grupos de ciudadanos que se interesaban por los acontecimientos que sucedían a su alrededor y reflexionaban sobre ellos. El Gran Maestro no pasaba de ser el cabecilla de la pandilla, del grupúsculo. Sin embrago, dichos grupos de discusión filosófica trascendieron su importancia insignificante hasta convertirse verdaderas asociaciones con estructura propia. Es cuando la Gran Logia se reestructura dando origen a una nueva Gran Logia.

Formada en parte por miembros de la Royal Society próximos a Isaac Newton, la nueva Gran Logia se dotó en 1723 de una Constitución redactada por dos pastores protestantes: Jean Theóphile Désagulliers y James Anderson, éste que como compilador, dio nombre a las que se conocen como Constituciones de AndersonEn 1786 Federico de Prusia reorganizó las órdenes masónicas, las reunificó, reglamentó su funcionamiento, su liturgia y estructuró sus grados.

Hasta aquí es lo que podemos decir se sus inicios según los investigadores serios. Muchos investigadores masones han querido remontar sus inicios a los obreros medievales constructores de las catedrales; otros a las Collegia Fabrorum, que eran asociaciones grecorromanas, donde se reunían para rendir culto a la divinidad y ofrecerle sacrificios por medio del maestro-sacerdote, y que estaban obligados a guardar el secreto de todo lo que hiciesen en sus reuniones, a aprender contraseñas y señales para distinguirse entre ellos y que conforme iban progresando en sus conocimientos y habilidades profesionales y deportivas iban subiendo grados simbólicos. Otros ubican sus orígenes en Israel, en la época en que los judíos construían el Templo de Salomón. Se le atribuye su fundación Hiram Abif, mítico arquitecto del Primer Gran Templo judío en Jerusalén. Incluso se ha considerado un inicio anterior en Egipto, entre los maestros y arquitectos que dirigían la construcción de las grandes Pirámides. Y los más obstinados opinan que la Masonería debe de remontarse hasta Adán, creado a imagen y semejanza del Gran Arquitecto del Universo, que enseñó la albañilería a sus hijos.

Fuente: Knol.google.com

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